Ha pasado un
cuarto de siglo. Se dice pronto, veinticinco años, veinticinco navidades sin
ti. Dicen que el tiempo cura las heridas, dicen… Desde luego las mías no hay
betadine que las cicatrice. No puedo ni quiero dejar de recordarte. Me quedé
anclada a finales de los ochenta, aunque estaba mentalizada no estaba preparada. Voy a ser fuerte, guardo el pañuelo,
me aguanto las lágrimas y te voy a recordar cómo te mereces. Son tantos y
tantos recuerdos que hoy contaría tantas cosas de ti que llenaría millones de folios,
pero esos… Esos se quedan para mí.
Como
retumbaban las paredes del 3º izquierda. Cuando sonaban los bafles de la cadena
de música, al 10 ponías el volumen y mama a voces te decía: “¡Baja eso!” Que
adrenalina escuchar Highway To Hell y
Back in Black de AC/DC, era verte poner el disco de Kiss, The Cure, U2, Queen o
el Último de la Fila entre otros… Y decirme: “¡Qué empiece el show!” (Qué chute
de energía...). Qué manera de interpretar El Loco de la Calle. ¡Paso al loco de
la calle! ¡Paso al ansia de vivir! Qué movimiento de brazos, parecías el mismo
Manolo García.
Que
orgulloso estabas de los colores de tu equipo. Rojo y blanco, el Atlético de
Madrid. Pero la vida sigue y los triunfos llegan. Ganó varios años la liga, en
su vitrina tiene Súper Copas y UEFAS. Pero
a cada triunfo que conseguía yo te lo dedicaba, allí donde estuvieras, ese gol
del triunfo iba por ti.
¿Y esas
tarde de piscina? No había salto que se te resistiera de aquel trampolín de
tres metros. Te tirabas al estilo carpa o ángel. Para qué competir contigo
haciendo un largo, si siempre perdía yo.
En una
estantería quedaron tus libros y el tablero de ajedrez. Tu adorado libro de El
Señor de los Anillos. (¿Cuántas veces lo leíste?). Cambió de dueño en un abrir
y cerrar de ojos. Aquél al que tú llamabas SMEAGOL se lo quedó. ¡Y el
ajedrez! Cuántas partidas jugamos. Tal como lo dejaste quedó, nunca volví a abrir
aquella caja marrón, nunca más volví a sacar la reina blanca por que el rey
negro no estaba.
Qué guapo
estabas de blanco, qué orgulloso. Cómo presumías vestido de marinero por las
calles de San Fernando en Cádiz, en el
verano del 87. Ahí, soldadito marinero,
te fuiste tú… Y el Dédalo llego a puerto y soltó su ancla. No pasó un año y
dejó de navegar.
Cómo jugabas
al baloncesto, qué afición. No dejabas el balón quieto, cómo lo girabas y
bailabas con tu dedo índice, eras todo un Michael Jordán. Con que emoción
vivías cada partido, cuántas canastas y mates
practicaste con tu hermano pequeño. Si el equipo de baloncesto ELOSUA jugaba
en León, te faltaba tiempo para ponerte tu bufanda amarilla y verde, llenar tu
Peugeot 205 rojo de amigos, aunque siempre tenías dos pasajeros fijos. Creo recordar
que eras del Estudiantes. Pero se acabaron los Juegos Olímpicos de Seúl en
octubre del 88, la selección española volvió a casa y tú, te calzaste tus botas
blancas y rojas, aquellas de la estrella de
cinco puntas y con una canasta de tres puntos, con el mejor de los
mates… Te fuiste.
¡Hay mi
pintor de brocha gorda! No cambiaste de buzo, pero sí el color. El destino
estaba escrito.
La mina te
llamaba y tú que enganche tenías por ella. Tu orgullo minero querías ponerlo en
práctica, querías ser minero y fuiste minero, pero te duró poco. La mina ganó
una batalla. Porque ella mata, mata cuando quiere. Y siguió ganando más
batallas, llevándose más mineros. Dice Fito en una de sus canciones que “cuidar
de las estrella puede ser un buen castigo.” Si es así, ni contarte tengo lo que
hemos vivido, la mina ha vuelto a tocar a la familia, pero afortunadamente no
la ha hundido. Y qué decirte de lo tocado que está el sector. Te fuiste en
pleno esplendor, cuando la mina gozaba de salud, pero ahora... Ahora la están
matando. LA MINA GANADORA DE TODAS LAS BATALLAS ESTÁ PERDIENDO LA GUERRA. Con
una fecha de caducidad en el aire, ESTÁ AGONIZANDO EN VIDA, no se resigna a
morir.
Qué duro es
recordarte, qué colofón para estos 25 años. La mina ha querido dejar marcado
con fuego el día 28 de octubre del 2013 para la historia. Qué golpe tan fuerte,
seis familias rotas, seis mineros, media docena de vidas truncadas y 5 heridos
que afortunadamente se están recuperando. Desde esta humilde carta muestro mis
condolencias y mucha fuerza para las familias, y a los que se quedaron, mucho
ánimo para superarlo.
No me lo
explico, por qué en estos últimos coletazos LA MINA ha sido tan cruel, qué brutal. ¿Por qué? ¿Dónde
estabas Santa Bárbara? Hace mucho tiempo que perdimos el contacto, años después
de quitarme el vestido de la primera comunión. Tenía mis dudas con la religión.
Ni me acuerdo cuando fue la última vez que entone tu himno, eso sí lo escucho
con mucho respeto. Siempre te vi como un talismán, pero permíteme que este año
4 de diciembre no te escriba, tú ya sabes.
No sé si he
vivido la mitad de mi vida, lo que sí sé es que los 20 años que viví contigo no
los olvido.
Y otra vez es día 8 de noviembre. ¡Y otra vez VA
POR TI!
Juli López
Mata.
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